En la imagen se muestran los islotes, denominados “islas primitivas” que encontraron los aztecas (mexicas) en su llegada, y que les sirvieron de base para construir sus chozas.
Sobre un islote del lago Texcoco, propiedad de la ciudad de Azcapotzalco, ellos fundaron la villa de México-Tenochtitlan, y para ampliar sus dominios, debieron construir jardines flotantes, los Chinampas.
Lo primero que hicieron los aztecas al momento de llegar a estos islotes, fue construír el templo a su dios Huitzilopochtli, y es a través de este acto, donde comienzan a aprovechar los materiales que les presentaba el Lago Texcoco. Luego de ello, dividen el lugar en cuatro partes o cuadrantes. Según los relatos (de origen mítico) Huitzilopochtli dijo: “Asentaos, repartios, fundad señoríos por los cuatro ámbitos de la tierra”, y los aztecas obedecieron.
La ciudad queda dividida finalmente en dos espacios: el sagrado y el profano. El primero es ocupado por la plaza principal y los templos; y fuera de esto se construyó el espacio de los nobles y del pueblo.
La mayoría de las piedras usadas en la edificación de monumentos de Tenochtitlán, proceden de formaciones cuyos afloramientos llegaban prácticamente a las orillas del lago.
Las rocas presentes en la Zona del Templo Mayor son los tezontles, los basaltos, las andesitas y las calizas. Se les encuentra en tamaños y formas sumamente variables y, por lo general, cumpliendo muy diversas funciones arquitectónicas.
Basalto: Roca volcánica, de color negro o gris oscuro, de grano fino y muy dura.
Andesita: Roca eruptiva de tonalidad grisácea oscura o negra.
El tezontle y el basalto son los materiales constructivos predominantes en la arquitectura religiosa de Tenochtitlan. El uso de estas rocas para la construcción de Tenochtitlán, se explica no sólo por su gran abundancia, sino también por sus magníficas cualidades físicas, que combinan las características ideales para la construcción.
Debemos tener en cuenta que edificaban sobre un subsuelo lodoso, en un terreno en el que eran frecuentes las inundaciones, debido a las crecidas de los grandes lagos que rodeaban a la capital. Las cimentaciones se hacían clavando estacas de madera de árbol en el lecho, que se afianzaban con fragmentos de tezontle y lodo. Así se preparaba el terreno para construir los basamentos que consistían en un núcleo de tierra y piedra volcánica.